22 dic 2008

Pre-Navidad

Este año las Navidades van a ser bastante distintas. Para empezar me quedo en Hamburgo por aquello de no romper el ritmo y hacer algo diferente. Resulta curiososo ver como en esta ciudad, donde aproximadamente la mitad de la población son protestantes y la otra mitad católicos, la Navidad pasa practicamente desapercibida. No sólo no hay belenes por las calles, sino que apenas se puede ver decoración y luces de colores (aunque tal vez eso sea debido a los millones de personas envueltas en la vorágine consumista que las tapan). Pero el caso es que poquito a poco ya es 22 de diciembre. Y para advertirnos de las fechas en las que estamos, la gente y las instituciones se empeñan en hacer cosas para recordártelo, tales como las famosas cenas de empresa.

El Max-Planck no es una empresa (o sí, bueno, no sé). El caso es que el jueves pasado tuvimos la cena de navidad. Ciento cuarenta personas mostrando sus mejores galas. Un servidor, que normalemente va arreglado a trabajar, esa noche iba con un jersey de campaña y botas, porque a las pocas horas (a eso de las 6:20) cogía un tren a Dresden, aprovechando que el Instituto estaba cerrado al día siguiente. La fiesta digamos que fue bastante, muy o incluso extremadamente aburrida en algunos momentos. Afortunadamente algunos de los presentes (menos de diez...) nos quedamos y acabamos comiendo trozos de pato con patatas con las manos y agotando las existencias remanentes de cerveza a las dos y pico de la mañana en la terraza del tercer piso de la respetable institución (...). Hay fotos que jamás saldrán de mi cámara.

Tras dormir unas pocas horas en casa y unas cuantas más en el tren, llegué a Dresden. Lo único que puedo decir es que no me lo esperaba. La llaman la Florencia de Alemania y aunque en mi opinión no tenga nada que ver la una con la otra, sí que es cierto que es una ciudad preciosa, de las más bonitas de Europa. Eso, unido al hecho de tener una pinacoteca como la Gemäldegalerie Alte Meister (Galería de los Viejos Maestros) le da muchos puntos como lugar a tener en cuenta en cualquiera de mis futuros viajes. Como una imagen de la ciudad vale más que mil palabras, ahí dejo un video con unas cuantas de las fotos que saqué (aunque aquí estén en baja calidad).



Cómo anécdotas he de decir que el sábado por la mañana interrumpí mi encuentro con Dresden y le fui infiel con Görlitz, el pueblo (ciudad) más oriental de Alemania, al que merece la pena acudir no sólo por sus más de cuatro mil edificios declarados patrimonio universal por la UNESCO y por su laberinto de calles empedradas y sorpresas a cada esquina, sino por la mera curiosidad de cruzar un pequeño puente y estar pisando suelo polaco. Fue una lástima que el primer bar que encontré estuviera cerrado porque en caso de no estarlo no hubiera perdonado una żywiec.

Lo único desagradable del viaje fue un domingo lleno de incidentes. Uno a veces sobreestima la eficiencia de los trabajadores alemanes, pero por desgracia hay tontos en todos los lados. La (ex)residencia de los reyes sajones (Residenzschloss) es un palacio en cuya cámara del tesoro (la llamada Grünes Gewolbe) hay tropocientasmil piezas de incalculable valor. Era mi última visita programada del domingo antes de dejar la ciudad. Así que, a sabiendas de la gente que se suele congregar a la entrada (y eso que estamos en invierno y hace un frío que jode desmoralizante), me acerqué de par de mañana, a eso de las 10. El caso es que como sucede en muchos de estos sitios, las visita está restringida a un número limitado de visitantes por hora. Y si intentas entrar antes o después de la hora que marca la entrada... bueno, todos sabemos lo que pasa entonces. Reproduzco a continuación el dialogo con la amable anciana que me antendió: -"Hi, one ticket at half past twelve, please" - "Half past twelve?" - "Yes, half past twelve... um halb eins, bitte..." - Ok - El caso es que yo me guardé el ticket (error de principiante) y me fui a matar las dos horas y pico que faltaban hasta entonces a la sala de armas del Zwinger, el más que impresionante y barroco complejo de museos. Cuando volví a las 12:20 y saqué el ticket comprobé como la simpática meretriz me había dado una entrada para las 11:30 (...) Después de jurar en hebreo varias veces y decirle a la señorita de la entrada que era culpa de la fulana que me había atendido me fui del museo antes de que mis instintos homicidas desencadenasen una tragedia. Total, como la entrada "sólo" costaba diez euros... Estando así las cosas opté por volver a Hamburgo un poco antes y aprovechar la tarde. Comprar postales con un marcado caracter ajeno a lo navideño y esas cosas. El caso es que en la estación me informaron que había un tren que paraba en Berlín Central y de ahí a los diez minutos partía otro para Hamburgo. Efectivamente el tren NO paraba en Berlín Hfb, sino en Berlín Sudkreuz, a tomar por culo del centro. Una hora y una recarga de batería del teléfono móvil en el baño de la estación más tarde, me montaría en el tren que, esta vez sí, me dejaría en casa. Así que chicos, ya sabéis, si no os llegan las postales, es culpa de los servicios de atención al cliente alemanes ;)

13 dic 2008

"Hamelin"

Siempre me ha gustado El flautista de Hamelin. Hace poco decidí que, dado que Hamelin (Hameln, en alemán) se encuentra tan sólo a un par de horas de Hamburgo, era un buen momento para ir a un lugar del que sólo se habla en los cuentos. Para refrescar la memoria, releí la historia de los hermanos Grimm y recordé por qué me gustaba. Un cuento más bien para adultos, donde un personaje enigmático y, por qué no, siniestro (el carrillón de la Hochzeitshaus da buena cuenta de ello), hace desaparecer a los ciento treinta niños de la ciudad (todos, a excepción de un cojo que no logra alcanzar al resto del grupo) como forma de venganza frente a la recompensa prometida y nunca dada por haber liberado a la ciudad de las ratas. El cuento da que pensar, y uno no sabe si sentirse identificado con los ciudadanos de Hamelin, o con el flautista. El caso es que el sábado pasado, a primera hora, puse rumbo al lugar. No me esperaba gran cosa, la verdad. Tan sólo una ciudad turística tratando de seducir a algún turista desprevenido. Sin embargo lo que me encontré fue bastante diferente.

El hecho de que sea invierno hace que viajar sea bastante menos estresante que durante el periodo estival. Los turistas se quedan en su casa tomando chocolate o en los bares bebiendo cerveza. Sus pequeños bastardos vástagos también (bueno, cerveza no, me imagino). Y aunque haga bastante frío, uno agradece que los comerciantes ávidos de vender ratones de peluche lo tomen por un vecino más de la ciudad (hasta que le oyen hablar, claro) porque ¿quien narices va a venir aquí en esta época del año?

Lo primero que se encuentra uno al llegar a Hamelin (a la salida de la estación de tren) es una estatua gigante de un raton azul celeste de plexiglás en medio de la nada. Y lo que enseguida piensa es - "mal empezamos..." - Sin embargo, la primera impresión pronto se disipa. Siguiendo el, ya prácticamente borrado (a ver si el ayuntamiento se estira un poco, que recursos no le faltarán), sendero de ratas blancas pintado sobre el emperdrado, uno descubre una ciudad preciosa. Una ciudad llena de edificios renacentistas de influencia italiana (Renacimiento del Wesser), a cada cual más impresionante. Eso sí, para variar, y aprovechando que con el frío no se acercan ni los roedores, el Museo estaba cerrado: "estamos trabajando en la creación de un espacio renovado y mejor para usted". Que me imagino yo que estarían trabajando despacito y sin hacer mucho ruido, porque allí lo único que parecía haber era Glühwein y en grandes cantidades. Por otro lado y, también para seguir la tradición, habían puesto un trenecito de juguete y casetas de madera que tapaban la fachada del ayuntamiento. Antes ya había vivido la experiencia en Lübeck (tapando un portal magnífico del siglo XVII) y, hace un tiempo, en Frankfurt. Serán ordenados y funcionales estos alemanes, pero a veces a lógica parece no acompañarles. Como anécdota contaré que mientras pedía una pizza en uno de los puestos del mercado navideño, el camarero, sutilmente advertido (descojonado) por mi acento, me preguntó que de donde venía. -"Aus Spanien"- dije yo, a lo que el cachondo contesta: -"Anda quillo, no me jodas, yo también. ¡De Huelva vengo!-. Y como últimamente viajo sólo bastante y nadie me da conversación, y parece ser que por Hamelin los nativos de la piel de toro no abundamos (y que conste que lo de la piel de toro es un recurso estilístico -tópico, eso sí-, pequeños antropófagos buscadores de carne fresca) pues el tipo se puso a darme conversación. Eso sí, de descuentos nada de nada.

Como no me quedaba a pasar la noche, llegado cierto momento se me presentó un problema de tiempo. Y es que resulta que en Hamelin tienen un importante taller de vidrio, donde el maestro artesano te muestra como se hacen los objetos (verdaderamente chulos) que allí elaboran. Y donde si tienes huevos (o ganas), demuestras tus habiliades soplando vidrio. Cómo a mí eso de soplar no me va mucho y el horario coincidía con el del carrillón que representa la escena del cuento, tuve que elegir. Afortunadamente creo que hice bien y me quedé con este último. Abajo se puede ver el video, aunque es una lástima que por falta de espacio sólo grabase la primera parte y no cuando el flautista, encapuchado, se lleva a los niños a su cueva-harem. Y el resto de fotos las podéis encontrar aquí.



Ps.: la foto de la vidriera que se puede ver arriba se encuentra en la iglesia de la ciudad.

4 dic 2008

Como polvo entre los dedos

Primer acto:

No creo en nacionalismos. No creo en la lucha por la independencia. La verdadera lucha es despertarse cada mañana y dejarse la piel en el intento de ser lo que uno quiere ser. La verdadera independencia consiste en no traicionarse ni a sí ni a los demás. La tierra prometida es una quimera hecha de piel grabada con tinta indeleble sobre cuerpos vacíos y yacentes. Desprecio los asesinatos de ETA. Traicionan mi concepción del mundo y de las personas. Sin embargo, ya no pienso que en las personas habite el mal por naturaleza. No es odio, es miedo. No es maldad, es estupidez.

Segundo acto:

La tierra se me escapa entre los dedos, como arena, desde hace varios años. La tierra no tiene forma, no está arriba ni abajo, se ha quebrado. No estoy en ninguna parte, aunque sea de algún sitio. Entre esos mismos dedos se escurre también el tiempo y, con él, la gente. Se dispersan, se evaporan y se asientan en otro lugar. Cuando nos juntamos, el tiempo se pliega. He aprendido mucho y casi nunca sólo. Y una de las cosas que he aprendido es que se aprende de los demás. Es agridulce el sabor de la pérdida, no ya de momentos y lugares, sino de personas. Hitos en medio del camino, que se mueven a toda velocidad por railes invisibles. Estaciones que cambian de nombre y de lugar, pero que aparecen situadas siempre correctamente en el mapa de la gente que importa. Es por eso que no creo en el Tiempo ni en el Espacio, tan sólo en los buenos amigos y las cervezas compartidas.

30 nov 2008

El luchador invisible

Hay días que uno hace muy mala sangre. Normalmente dejo fuera del blog circunstancias personales, sobre todo si son tan particulares como ésta. Pero hoy haré una excepción, como método alternativo a los hongos alucinógenos, para alcanzar la catarsis. El caso es que mi familia y yo somos somos la gente más antagónica que existe. Si a ellos les gustan las películas palomiteras, yo opto por la última de Kim ki Duk. Si a ellos les encanta Logroño, yo lo aborrezco a la semana de estar allí. Vaya, que si esto fuese una película, estaríamos condenados a ser el némesis de la contraparte. Algo así como Batman y Catwoman contra el Joker, sólo que a mis padres no les sentaría bien el cuero y a mí... bueno, sí, a mí la cara de payaso me encajaría perfectamente.

En circunstancias normales, lo anterior, sobre todo cuando vives a 1800 kilómetros de tu casa, se hace bastante llevadero. Pero a alguien se le ocurrió en su día que inventar aparatos para poder hablar con otra gente al otro lado del mundo era una buena idea. Hay veces en los que me hubiera gustado conocer personalmente a Marconi (o al tipo del que robó la idea) para decirles cuatro cosas. Mi familia es un caso atípico que debería ser estudiado por los hombres de ciencia. Y en especial por los físicos. Viven en Logroño, en un piso donde deben converger las fuerzas de la naturaleza creando una alteración espacio-temporal que hace que su vida sea un bucle donde no cabe modificar comportamientos y mentalidades. Algo así como en "El día de la marmota" pero a nivel psicológico. Y sin marmota. Eso da lugar a que en determinados momentos se olviden de que eres una persona adulta, que tiene una vida propia e independiente y que ya no vivimos en los ochenta. Que vives Alemania, pero que en seguida le tocará el turno a Italia, Inglaterra u... Oriente próximo, quién sabe. El caso es que suena el teléfono y escuchas: -¿Oye, el tipo que te alquiló el piso no estaba trabajando en Tailandia durante ese tiempo? - Pues sí - ¿Ya sabes que tienen los aeropuertos retenidos?. A ver si va a volver a Alemania y te vas a tener que ir de su casa. - Ya, ya lo había pensado, además el hecho de no tener contrato no me ayudaría nada.- ¿Y qué vas a hacer? ¿Con lo difícil que es encontrar un piso allí? ¿Y trabajando? ¿Y con el frio que hace? ¿Y por qué no se puede ir a casa de sus padres si vuelve? ¿Es que no tiene padres? ¿O a casa de un amigo? ¿Y no te ha mandado un e-mail para comunicarse contigo? (en una incipiente guerra civil en el país donde está y no tiene otra cosa que hacer que mandarle un correo a su arrendatario para que no se preocupe...). ¡Pues tendrás que volver a Logroño!- ¿¿¿WTF???

Desde luego este no es un caso aislado, sino que se repite cada vez que hablamos por teléfono pero con diferentes situaciones (por aquello de no ser monótono y repetitivo). Pasó con la gripe del pollo en Hungría (no querían que dejase de comer pollo, sino que me volviera vegano), con mi viaje con mis amigos periodistas a Sarajevo (¿pero no hay todavía Cascos azules y están matando a gente en las cervecerías?), y así un largo etcétera. Las soluciones son siempre igual de radicales. El caso es que toman un problema pequeño y lo convierten en algo irresoluble. No es que conviertan un grano de arena en un desierto, no, es que cogen un ovillo de lana y lo transforman en una bola con pinchos. Y lo peor de todo es que con la campaña mediática (o de terror) que hacen a través del teléfono, solucionar no solucionan nada, pero estresarme y desquiciarme, muchísimo. Lo del alarmismo lo han debido aprender en los medios de comunicación oficiales. Una de las últimas fue que tenían pensado sacar todos sus ahorros del banco por si quebraba con la crisis. Parece que mi descojono al otro lado del teléfono ayudó a que se replantearan la cuestión. Aunque ya anteriormente habían temido por sus ahorros: el hecho de que los tuviesen depositados en Caja Laboral, de origen vasco, les infundía cierto temor, no fuera a ser que euskalerria se independizara y se quedasen con todo (...) Se pasan la vida luchando contra problemas invisibles. O preparándose de ante mano por si algo malo ocurre, poniendo los medios de forma preventiva ante el eventual desastre, que, normalmente, nunca llega. Pero es que si lo hace, los diques de contención ¡normalmente no sirven para nada! Debe ser que yo soy un viva la virgen. Eso o que me gusta disfrutar de la vida cuando el tiempo y el trabajo no lo impiden. De verdad que a uno le entran a veces ganas de acabar como los de Lost... santa paciencia.

22 nov 2008

"Clock is ticking"

En estos momentos debería estar de excursion por Schleswig o Flensburg, en la frontera con Dinamarca. Pero el caso es que ayer me desperté con algo de fiebre y una gripe incipiente y, aunque he logrado controlarla de momento, he decidido quedarme en casa a descansar siguiendo los consejos de mi conciencia (que en las últimas semanas ha adquirido forma de pelusa gigante y se pasea por la cocina). El caso es que aprovechando la improductiva tarde de ayer he estado repasando mi estancia germánica hasta el momento.

Trabajo: mucho, tal vez demasiado. Me despierto cuando todavía es de noche (a eso de las 6:45 de la mañana) y salgo del Max-Planck Institute cuando ya es de noche, a las 18:00, con el tiempo justo para llegar a mis dos horas de clase de alemán (el porqué de la costumbre alemana de referirse a "dos horas de clase" cuando en realidad son una y media sin pausa, sigue siendo un misterio insondable para mí). El caso es que empiezo a tener la sensación de vivir en Dark City, con tanta oscuridad. Lo más divertido fue cuando ayer por la mañana mi compañera Cristina (en el medio, con cara de felicidad por tener un muffin de chocolate a su alcance) me dice: "pues esta mañana han dicho en la radio que hemos alcanzado las máximas temperaturas del día y que hoy tendremos dos horas de luz...". Por cierto, ayer y hoy por la mañana ha estado nevando.

Alemán: muy intensivo. Vine siendo incapaz de expresarme. Dos meses después sigo sin ser capaz de hablar. Ahora, eso sí, se decir "competencia jurisdiccional" y "derecho de desistimiento" sin ningún problema (en alemán, digo, sino no tendría tampoco tanto mérito). Por otra parte, entiendo conversaciones simples y la idea general de diálogos más complicados. Las clases a las que asisto son un Betrug (fraude) por dos motivos: la profesora es joven e inexperta. Además el hecho de que esté todavía estudiando una carrera en la Universidad (...) hace que no tenga ganas ni tiempo de prepararlas. Por otro lado entre mis compañeros hay varios turcos que llevan viviendo aquí entre dos y cinco años y hablan de puta madre, pero de gramática ni zorra oiga. Conclusión: se pasan toda la santa hora hablando ellos y fastidiando al resto. Además la profesora me odia, no sé exactamente por qué. Si no me he cambiado todavía es porque son las clases más baratas del condado y, sobre todo, porque están a cinco minutos andando del lugar donde trabajo, lo cual, siendo Hamburgo (ciudad seis veces más grande que París) es casi un milagro. Mi dos últimas grandes ideas al respecto han sido empezar con Harry Potter und der Stein der Weisen, donde cuento con un frenético ritmo de lectura de tres páginas y media por hora; y empezar a escuchar la radio en alemán. Gracias a esto último me enteré de que hay algún problema grave con cierto tipo de antibióticos en Alemania estos días y algo de unas vacas con "lengua azul". A veces tengo la sensación de que van a decir en el metro algo así como "hay un asesino suelto por los andenes, desalojen rápidamente" y yo voy a pensar que están anunciando la próxima parada...

Ocio: mejorable. Salir de fiesta he salido una o ninguna vez. Lo malo de entrar a trabajar en sitios como el Max-Planck es que la mayoría de tus compañeros son unos frikies y en lo único que piensan es en el trabajo. Por otro lado, entre aquellos que escapan de esa dinámica, no sé exactamente por qué motivo, nunca cuaja la idea de salir de juerga hasta altas horas de la madrugada y acabar borrachos desayunando arenques con huevos fritos en el Fischmarkt de St. Pauli (costumbre hamburguesa tradicional donde las haya). Viendo que la situación no tiene perspectivas de cambio he decidido tratar de no volver a quedarme en Hamburgo ningún fin de semana (salvo causas excepcionales como si me viene alguien a visitar o si un policia llamado Klaus viene a por mí por haber estado descargando varios cientos de películas a través de Internet). Gracias a esta nueva política ya he visitado Bremen, Düsseldof y Münster. Si todo va bien mañana nos iremos al mercado navideño de Lübeck. Y tengo en mente para las próximas semanas Hamelin, Rostock y el parque natural de Harz, entre otros.

Con todo, sigo teniendo la sensación de no aprovechar el tiempo todo lo que debería. En el trabajo no avanzo todo lo que quisiera y es difícil meterle más horas. Y situaciones como las del malestar de ayer y cancelar el viaje de hoy hacen que no consiga desconectar todo lo que me gustaría. Aún así la gente que he conocido hasta hora es genial y siempre pasamos buenos y divertidos ratos juntos. Lamentablemente siempre hay algún polaco pesado que se empeña en recordarte al menos dieciséis veces al día que "the clock is ticking and the time is running" Seguiremos informando.

14 nov 2008

Düsseldorf (Düsseldwarf)

Después de una semana de mucho trabajo y aproximadamente cuatro horas diarias de alemán (estoy avanzando muchísimo, ya sé pedir cerveza tostada, cerveza de trigo, cerveza de alta fermentación, alkazezter...), era el momento de tener una escapada de fin de semana. Así que el sábado muy de mañana (a eso de las seis y pico) la amiga Renata y yo nos dirigimos a la estación central de Hamburgo dispuestos a comenzar el viaje. Nuestra idea, dado el madrugón, era aprovechar las casi cuatro horas de duración del mismo para dormir y llegar frescos y descansados a Düsseldorf. Aquella noche ella había dormido tan sólo dos horas. Yo menos de cinco.

Con deambular zigzagueante fruto del sueño nos subimos en el tren y buscamos un par de asientos que no estuvieran reservados. Como la gente normal a esas horas duerme, no tuvimos demasiados problemas. Vi un par de asientos al lado de la puerta y dije -aquí- y nos sentamos. No sé que absurdo motivo me llevó a pensar que los asientos en el extremo sur del vagón eran mejores que el resto. El tiempo se encargaría de quitarme la razón (y si fuese un tiempo personificado, como en los Teletubbies, de descojonarse de mí). A los cinco minutos nos pusimos música, apoyamos la cabeza en algo blandito y... "click", desconexión [véase la foto de Renata con cara de felicidad].

No pasaron ni veinte minutos cuando algo nos sobresaltó. Ese algo terrible tenía forma de vieja abultada. Y con ese algo viajaban su hijo, que no llegaba a los treinta años, y sus nietos, tres pequeños bastardos. Disculpad la expresión, además tal vez tengáis razón, el bastardo sólo era uno, el que se sentó a mi lado. El enano cabroncete no tardó ni cinco minutos en empezar a darme patadas. Así, por las buenas. Y la abuela, que no decía nada, bastante tenía con entorpecer el tráfico del vagón interponiendo entre la salida y el resto de los viajeros un coche de bebé que requería de una cintura de avispa y aproximadamente tres años de gimnasia artística para ser sorteado sin incordiar a mi amiga eslovena, que se encontraba sentada en el extremo opuesto. Obviamente no todo el mundo lo conseguía. Así una señora tuvo que elegir entre caerse encima del bebé y golpear con su bolso la cara de Renata. Eligió lo segundo. Pero eso sí, pidió disculpas en voz baja mientras se alejaba.

A todo esto que el niño había decidido que darme patadas a mí no era suficiente y empezó con Renata. Ella, que afronta los problemas de una forma más directa y adulta que yo, hizo lo que tenía que hacer: devolverle al niño las patadas. Tras un breve intercambio de ataques y bloqueos decidimos que lo mejor sería buscar otro asiento. No tardamos en irnos, pero en un breve lapso se agolparon en mi cabeza varios términos en distintos idiomas para describir a la critaturita (bastardo, bâtard, bastard, hijodelagranp...). No tuvimos más incidencias en el resto del trayecto, pero eso sí, no conseguimos conciliar el sueño. A continuación una foto de mía con el mocoso. ¿Veis la cara de felicidad?


Así, de esta forma tan accidentada llegamos a Düsseldorf. Una vez allí decidimos ir al hotel a dejar las cosas. Para no entretenernos buscando un taxi decidimos que lo mejor sería ir andando (...). ¿Le véis la lógica? Pues yo tampoco. Pero en el mapa parecía que estaba taaaaan cerca. Cincuenta minutos y un par de bollos con nueces y/o crema del Kamps más tarde llegábamos al hotel. Allí nos atendieron muy bien, nos dijeron que harían la cama que faltaba por hacer y nos recomendaron que nos quedásemos a desayunar al día siguiente. La recomendación era gratis, el desayuno doce euros por persona. Decidimos prescindir de la recomendación.

Una vez acomodados nos lanzamos a recorrer las calles de Düsseldorf. El día era magnífico. Había estado lloviendo la noche anterior, acabando así con todo el polvo en suspensión, lo que dejaba una increíble luz para practicar la fotografía (sí, ambos somos unos freakis, en mi caso sin conocimientos además). Unas cuantas fotos más tarde (la mayoría se encuentran este enlace) decidimos que teníamos hambre. Por la tarde visitamos el Altstadt (casco antiguo) de la ciudad. Como habíamos dejado mi guía de Alemania en el hotel porque pesaba varios kilos, rápidamente nos dimos cuenta que no sabíamos ante qué nos encontrábamos en cada momento. Un edificio de ladrillo rojo con enredaderas. Un tío montado en un caballo. Una antena de telecomunicaciones. Eso sí, teníamos tres mapas distintos, perdernos no nos íbamos a perder. Cuando por la tarde fuimos al hotel a echar una siesta pre-sábado por la noche y consultamos la guía vimos que en realidad no habíamos estado interpretando correctamente la realidad historico-artística de la ciudad. El edificio de ladrillo rojo resultó ser la Rathaus (un ayuntamiento renacentista del siglo XVI), el tipo a caballo una estatua del Elector Jan Willem y la antena de televisión un restaurante giratorio con mirador de 172 metros de altura. Con todo, la parte histórica no era tan impresionante. Eso sí, los habitantes de Düsseldorf tienen un alto concepto de sí mismos. Y así en la guía que cogimos en la oficina de turismo definía a la estatua ecuestre (a la que por otra parte nada tendría que envidiar la estatua de Espartero en el Espolón de Logroño, por poner un ejemplo) como "una de las estatuas ecuestres barrocas más importantes al norte de los Alpes" (debe ser que ando algo pez en geografía y no hay mucho espacio de tierra al norte de los Alpes) o a la iglesia de San Andreas, llena de estuco en el techo y que por lo único que destacaba era porque el mausoleo lo componían cuatro ataudes estilo far-west como "una de las iglesias barrocas mas bellas a orilas del Rin". Afortunadamente nos quedaba el domingo y el Medienhafen. Por la noche salimos, encontramos un bar donde pusieron desde Janis Joplin hasta Héroes del Silencio, pasando por Rammstein, nos tomamos unas cervezas y a casa. Abajo, el "fascinante mausoleo tan sólo superado en magnificencia por los que se pueden encontrar en Austria (...)".


El domingo amaneció nublado. Sin embargo nos esperaba, tal vez, lo más interesante del fin de semana. Empezamos la mañana con un brunch donde hice acopio de reservas al menos para tres semanas de hibernación. Una vez con el estómago lleno y el espíritu animado emprendimos la visita al Mediahafen, antiguo puerto de Düsseldorf reconvertido en un gran espacio arquitectónico compuesto por edificios originales de arquitectos de la talla de Frank Gehry, Fuminiko Maki o Claude Vasconi. No todas las estructuras eran de mi gusto, pero el conjunto resultaba impresionante (abajo las fotos). Y después y para terminar, el motivo que verdaderamente había traído a Renata a la ciudad (yo es que me apunto a un bombardeo cuando de viajar se trata): la nueva exposición de fotografía de David Lynch en la Epson Kunstbetrieb. Fue precisamente este hecho y una serie de fenómenos extraños que acaecieron durante todo el fin de semana (como por ejemplo que un tipo que daba bastante mal rollo nos empezara a rondar por las calles solitarias el sábado por la noche, o que al doblar una esquina aparecieran los miembros de la versión alemana de Los Soprano) lo que dio pie a que Renata no pudiera dejar de acordarse de Twin Peaks, repitiendo una y otra vez "Where is the dwarf?" (de ahí el título del post). La exposición altamente recomendable (y en ocasiones desagradable, ved si podéis en la página de la galería una foto titulada Chicken Head) y el fin de semana, pese a todo, muy divertido.
















12 nov 2008

La noche de las linternas

Ayer fue 11 de noviembre, día de San Martín de Tours. Y no, no voy a hacer apología del catolicismo, puesto que soy ateo. Lo del santoral viene a cuento de lo que me pasó ayer por la tarde. Imaginaros, está uno tan tranquilo en casa dándole al alemán (al idioma, no a un tipo con bigote) en su mesa multi-funcional, que lo mismo sirve para estudiar, que para cenar... cuando, de repente, se empiezan a oir tambores. Al principio en la letanía, pero cada vez más y más cerca. Y claro, uno piensa, coño, timbales, Semana Santa... ¿pero no estamos en Noviembre? Pero lo que ve cuando se acerca a la ventana y apaga la luz es una procesión, sí, pero de niños portando faroles (Laternen por estos lares). Y claro, como aquí en Alemania no encienden más que una de cada cuatro farolas (y con bombillas de poca potencia) por aquello de no gastar electricidad respetar el medio ambiente, eso más que un desfile de chavales cantando canciones, parecía la Santa Compaña. El caso es que es tradición el 11 de noviembre hacer eso para agradecer al santo su buen gesto y posterior reconversión. Y es que cuenta la leyenda que a San Martín, siendo soldado de la guardia imperial romana, apareciéndosele un buen día un mendigo en medio del camino pidiendo auxilio contra el frío, algo a lo que éste respondió rasgando su roja capa y dando la mitad al pobre hombre (que digo yo que ya le podía haber dado algo que abrigase más, ¿no?) El caso es que al día siguiente le vino a visitar Jesús con la mitad de la capa en la mano agradeciéndole el detalle, pues el mendigo era él... Y esta historia la aprovechan en Alemania los mozalbetes, con representación escénica incluída (al menos en Hamburgo), para salir a la calle a desfilar con farolillos encendidos para alegría de los viandantes y susto de muchos foráneos que no conocen sus extraños ritos.

Aquí dejo el video, aunque advierto que no se ve mucho. Y es que lo de la falta de iluminación en Hamburgo no era ninguna exageración. Pero eso, también, será para otro día.



7 nov 2008

Un año más

La semana pasada di un paso más hacia la no-existencia. Pero como eso está bastante lejos todavía (o así lo espero, siguiendo los postulados de Hume..., un momento, creo que últimamente veo demasiados capítulos de The Big Bang Theory...). Bueno, el caso es que fue mi cumpleaños. Y aparte de que mi regalo vino en forma de novia (que vino a visitarme, quiero decir, no es que nadie me obsequiara con un pase gratis para uno de los locales de la Herbertstraße de Hamburgo...), en el paquete había también una edición especial de Once upon a time in América, la antología poética de Rubén Darío, un disco de Quique González, una increíble edición ilustrada de El Proceso a la que le tenía echado el ojo desde hace tiempo y... bueno, esa cosa que podéis ver en el video y que, de hecho, me encantó. Y es que haber nacido en la noche de Halloween tiene su aquél. No recuerdo, por cierto, donde leí que, en realidad, Halloween era una fiesta que tiene su origen en la tradición celta y que se "exportó" para dar lugar a la pseudo-celebración-tirando-a-chorrada propia de los States.

Por otro lado resulta curioso, que de los últimos cuatro años por estas fechas, tres los haya pasado fuera de España y que en ninguno de los casos lo haya celebrado con mis amigos de toda la vida. Hace cuatro años estaba en Budapest y fue bastante aburrido. Recuerdo que estuve viendo una película en casa de unos murcianos encantadores y después nos fuimos a una fiesta de Halloween horripilante. Hace tres años estaba también en Budapest con dos muy buenas amigas, un polaco al no conocía de nada, una turca a la que no le caía bien y un gran fraude. El año pasado tocó Logroño city, ciudad sin ley. Que me perdone(n) aquél(los) con los que estuviera, pero no sé si es que es muy tarde, o que empiezo a tener un problema de horario de trabajo, pero no consigo recordar que demonios hice (...) pero casi no recordaba que Gergely, Sarolta, Miklos y Vajk , además de un italiano furbísimo, me prepararon un gulyásleves (sopa de goulash húngara) que casi me arranco los pellejos de los dedos de tanto chupar, a la que siguieron unos palinkazos que ríete tú del frío invernal (...) Uhm, bueno, creo que ya es hora de dejar de mirar al pasado y de contar historias, al menos por hoy. Cómo se nota que me estoy haciendo viejo...

Aquí os dejo un video de EL regalo:


3 nov 2008

Sin miedo al contagio

Olía a vino. Un fuerte olor le impregnaba la ropa. Vino fuerte, del que sirve para olvidar, no para beber. Probablemente de tetra-brick. Se sentó justo a mi lado. En una zona del vagon que parece estar aguardando a los vagabundos o a los jóvenes maleducados de viernes por la noche. Olor a orina, olor a rancio y, a veces, a vómito. Sin embargo, con las prisas, acabé sentado allí nuevamente Él era de los del primer grupo. De los vagabundos, algo más que un simple borracho. Su ropa se encontraba sucia y ajada. Los pantalones tenían varias manchas de un denso negro y las botas eran viejas y debían haber soportado demasiada agua en los últimos días. Sin embargo llevaba la barba perfectamente arreglada, al igual que las patillas, todo ello de un blanco impoluto. Justo en frente nuestro se sentó una mujer de unos cuarenta años, con un gran paquete rectangular azul. El hombre le preguntó si era una mesa. No acerté a entender que le respondió ella. Sin embargo la conversación no terminó ahí. Él arrastrando las palabras a través de su abultada lengua. Ella, rápida en sus respuestas, pero nunca escueta. En un determinado momento ella le dijo: -Das Wasser is gut, aber nicht zu viele, oder? ("el agua es buena, pero no demasiada, ¿verdad?"). No lo dijo con desprecio, llevaban cinco minutos de conversación de tú a tú, pero él encajó rápidamente su ironía. -Du bist ein Engel... ("eres un ángel..."). Sus ojos, surcados de arrugas, pero profundamente vivos, se sumergieron en la negrura de sí mismo, reflexionando, aceptando lo dicho y, tal vez, resignandose. Sin embargo en todo momento ella le ofreció su respeto. Estoy seguro de que no lo dijo con condescendencia, ni con un tono moralista, simplemente lo dijo. Mi parada había llegado y bajé del tren...
foto: Slapbcn

30 oct 2008

Reflexiones a las tantas

Ultimamente me encuentro en un periodo bastante reflexivo (¡incluso leo libros de filosofía!, ¿qué pensará Mar de todo esto?). Me asaltan cuestiones sobre el curso que está tomando mi vida. Por eso me pongo a hacer cosas como escribir posts a la una y media de la madrugada cuando al día siguiente debería levantarme a las siete menos cuarto. Pero sobre eso hablaré otro día. Hasta entonces una pequeña reflexión sobre la monotonía y el no-pensamiento (conste que son ideas deshilvanadas y totalmente subjetivas, aunque resultado de una larguísima y profunda reflexión de casi cinco minutos). Las personas buscan. Algunas personas buscan la felicidad. El camino hacia la felicidad es, cuanto menos, complejo (por definirlo de alguna manera). Pero comenzar a andar sin GPS (por el amor de dios, ¿todavía hay alguien a estas alturas que use mapas de carretera?) no suele ser una buena idea. La monotonía produce infelicidad. La monotonía implica no plantearse las cosas, no sólo no intentar cambiarlas, sino aceptar la mayor parte de ellas tal y como vienen (y en concreto las rutinarias). El no plantearse todo esto y simplemente aceptarlo conduce, por tanto, a la infelicidad. Así, el primer paso es preguntarse qué narices estamos haciendo. Yo llevaba un tiempo sedado. Denme algo más de tiempo y habré terminado de desperezarme... ¡buenos días!, digo... buenas noches ;)

26 oct 2008

Concepciones divergentes

Tengo la sensación de que este puede ser el inicio de una nueva sección. La mentalidad española y la alemana pueden llegar a ser tan distintas que tal vez necesite varios posts (y experiencias vitales) para contarlo.

El caso es que el pasado sábado estuve en una visita guiada gratuita a la Hafen City (ciudad portuaria). La Hafen City es un (más que) ambicioso proyecto que tienen por aquí para construir una auténtica ciudad en la zona portuaria edificable en las inmediaciones del Elba. Vienen a ser dos millones de metros cuadrados de paseos, jardines, edificios, zonas comerciales, colegios, restaurantes... vaya, lo que se dice una ciudad. Se pretende que vivan allí tropocientasmil personas y se poyecta construir un edificio comparable a la Ópera de Sidney o el museo Guggenheim de Bilbao, en lo que será la Nueva Filarmónica del Elba. Y digo "en lo que será" porque es todavía un proyecto en ciernes. A la visita guiada le vi yo dos problemas. El primero, que era en alemán y no me enteré de un carajo (lo cual está vinculado directamente con mis experiencias del post anterior). El segundo, que de lo que sí me enteré era de que hasta la fecha tan sólo se ha construido un diez por ciento del total. Y claro, allí nos tuvieron delante de una maqueta gigante durante 32 minutos contándonos lo maravillosa y estupenda que iba a ser la ciudad. Y los alemanes encantados, oiga. Que sí, que el proyecto es impresionante (igual de impresionante que los cerca de 6 billones de euros que se van a gastar. La mayor parte , por cierto, de inversores privados, así que ya nos podemos imaginar que tipo de ciudad nos vamos a encontrar). Pero el caso es que para cuando esté acabado de aquí a cincuenta años, muchos de nosotros ya no estaremos en condiciones de... respirar. Así que uno se acerca allí, ve un par de paseos encementados, solares abandonados, farolas de diseño moderno y juvenil (será para que no sean tildadas de antiguas dentro de cincuenta años) y gruas, muchas gruas, muchísimas. Es lo que tiene desconcer las cosas y no informarse previamente. Yo, sinceramente, me esperaba otra cosa. Sin embargo los tudescos parecían absortos en las explicaciones...

22 oct 2008

Engañar al sistema (y fracasar en el intento)

Tengo que aprender alemán. Como sea. Aunque con poco esfuerzo estaría bien. El caso es que se supone que en breve debería empezar a leer bibliografía en dicho idioma para mi tesis y, de momento, sólo me veo capaz de acceder a clásicos de la literatura universal como "Teo en la feria" o "Mi primera cuartilla". Además los cursos baratos no son. Sobre todo si ya no te puedes acreditar como estudiante porque a los de la Universidad no se les ha ocurrido otra cosa que darte el de profesor, aunque no pases de mísero becario. Las clases en el Instituto Goethe son geniales y se las recomiendo a todo el que quiera aprender alemán (y pueda permitírselo). Hice allí un curso cuando estaba en Madrid, para lo cual casí estuve apuntito de vender mi alma (y no sólo eso) en Montera y adyacentes. Aquí los cursos son incluso más caros así que ni tan siquiera me lo planteé. El caso es que en la Volkhochschule (universidad popular) ofertaban cursos intensivos para inmigrante. Lo primero que pensé fue "qué lástima, sólo para inmigrantes". Fue entonces advertí que nadie a mi alrededor hablaba español y... ¡que yo también era un inmigrante!

- Hola señorita, me gustaría hacer un curso de alemán intensivo.
- Oh, gut. ¿Y cuánto tiempo va a quedarse en nuestro país?
- Pues... unos seis meses.
- Na ja! Una lástima señor, no le podemos ofrecer los cursos de integración porque son para gente que de verdad quiere integrarse en nuestra sociedad. Y usted, por desgracia, está aquí únicamente de paso.
- (cara de palo).
- (sonrisa impostada).
- Bueno, pues nada, hábleme usted de los otros cursos.

Tras unas cuantas explicaciones rellené unas cuantas solicitudes y decidí que merecía la pena intentarlo, sobre todo por el precio (¡el intensivo de quince horas semanales costaba 50 € al mes!). Pero entonces se me ocurrió una idea. Y volví al lunes siguiente.

- Hola dulce dama, verá usted, es que mi situación ha cambiado "dramáticamente" este fin de semana. Tenemos un proyecto europeo... y blablablabla... el caso es que me quedo al menos dos años. Se lo juro. De verdad de la buena. ¿Tendría usted la bondad de creérselo y admitirme en el "Integrationkurs"?

Y va la mujer y me dice que sí. Ni en mis mejores predicciones, vaya. Pero no podía ser todo tan fácil. Fue ahí cuando empezaró una situación parecida a la de las doce pruebas de Asterix. El caso es que me vinieron a decir que para poder ir al curso tenía que tener un papel que se llamaba "Freizügigkeitsbescheinigung" (sí, sí, más de veinte letras, yo tampoco daba crédito). Y que lo que decía ese papel, básicamente, era que tenía derecho a circular libremente por Alemania. Esta gente no se ha debido enterar que, desde hace bastante (Acuerdos de Schengen de por medio) los ciudadanos de la Unión Europea NO necesitamos ningún permiso para eso puesto que, según el TCE (Tratado de las Comunidades Europeas, para los amigos) existe una cosa llamada "libre circulación de personas". Cómo es difícil explicarles eso a los funcionarios (y más aún que se enteren), sobre todo cuando les estás mintiendo, accedí a darme una vuelta por el Berziksamt de cerca de mi casa para conseguir el dichoso papel. Nada más llegar miro. Uhmmm, hay tickets, a ver... el 94... ¿y por cuál van?... 29, estupendo. Después de estar tres horas y media. Repito: tres horas y media, y haber rellenado una "solicitud blanca", haberme hecho fotos de carnet para cegatos (que es lo que aquí se estila para los documentos oficiales, una mezcla entre el A3 y el A2, así a ojo), me tocó el turno. -Hola, buenos días señorita, vengo a por el Freizügigkeitsbescheinigung. -Ahhh, muy bien, a ver, ¿tiene todo?- Pues creo que sí... pasaporte, solicitud blanca, fotos de carnet, documento de admisión en el Max Planck Institute, documentación acreditativa de la beca FPU del Ministerio...- Estupendo, pues mire, ya sólo le falta el "Meldeantrag" (no sé si se escribe exactamente así), que viene a ser un certificado de domicilio estable- Ahhhh, muy bien, ¿y cómo lo consigo?. Pues verá, se va al final de esta misma calle, hace una cola de aproximadamente hora y media, le darán un papel, se lo da al dueño del piso para que lo firme (matiz: mi arrendador está en Tailandia hasta marzo, mínimo) y, ya si eso, vuelve cuando lo tenga.

A día de hoy me está dando clases de alemán una chica de mi edad en una academia cerca de donde trabajo.

2 oct 2008

Genio y poesía

Hace unos días (cuando estuve en España) me invitaron al curso "Derecho, toros y sociedad", que mi amigo, el incombustible Antonio Comunión, genio presente y futura leyenda, coordina todos los años en la Universidad de la Rioja. Nunca he sido un amante de los toros. Pero no porque me disgusten o me encuentre entre aquellos que piensan que la "Fiesta" sea algo parecido a una ejecución pública, sino porque en mi familia nunca ha habido tradición ni gusto por lo taurino. Que digo yo que hay cosas más importantes sobre las que quejarse, aunque supongo que eso dependerá de sensibilidades. En todo caso, digo, nunca he sido aficionado. Los toros no me disgustan, pero como resulta atrevido opinar y apasionarse por aquéllo que no se entiende, tampoco puedo mostrar mi admiración.

Sin embargo, conocí en el curso a alguien sobre quien es difícil no sentirse cautivado. Rafael Peralta Revuelta, hijo del rejoneador del mismo nombre, licenciado en Derecho y Económicas es todo arte y poesía. Tuve la fortuna de coincidir con él en varias comidas y de disfrutar de sus poemas tanto en el recital que ofreció durante el curso, como en privado. Y puedo decir que cada vez que abría la boca para recitar, conseguía emocionar a todos los presentes y poner los pelos como escarpias a un servidor. No sólo recomiendo profusamente la lectura de sus libros, sino que si tienen la oportunidad de verle en directo sería un auténtico error desaprovecharla.

Con su permiso (aún no otorgado porque aún no me han pasado el e-mail y esperando que sepa perdonar esta licencia) transcribo aquí uno de los poemas que nos dedicó:

Lo que daría, Cachorro
por haber sido torero,
y vestir de blanco y oro
con alamares de ensueño.
Por liarme en un capote
en el patio de los miedos…
Ay, Señor, lo que daría
por haber sido torero,
o salir de aficionado
en plazas y tentaderos.
Hubiera dejado todo,
mis ilusiones y anhelos,
me hubiera mentalizado
a entregarme en alma y cuerpo
¡hubiera dado la vida
por torear en los ruedos!
Yo me fijaba en Belmonte,
En Cagancho y en Chicuelo,
pero se truncó mi suerte
por culpa de aquel becerro
y sólo vestí de luces
dos veces de novillero.
Ay, Señor, lo que daría
por haber sido torero,
y hoy, Cachorro, no soy más
que un artesano alfarero
en un corral de la Cava
igual que lo fue mi abuelo.
¡Lo que daría, Señor,
Lo que daría y no puedo!
Pero hay un día al año
en el que cumplo mi sueño,
cuando me llaman: “¡Valiente!”
entre el olor del incienso
¡qué suerte tengo Dios mío!
¡Cachorro, que no estás muerto!
Por que es aquí, en Triana,
-¿dónde si no, Padre nuestro?-
la noche del Viernes Santo
cuando me siento torero,
con mi faja y alpargatas,
con el costal de mis rezos,
para mecerte Cachorro
¡para llevarte hasta el cielo!

Peralta Revuelta, R., VI Pregón Taurino de Triana, Líderes Editorial, Zaragoza, 2003.

14 sept 2008

Esmeralda la fantástica

Leía el otro día en El Sentido de la Vida un artículo en el que se hablaba de como ciertas personas eran especiales y convertían en especial todo lo que había a su alrededor. Mi amiga Esmeralda es una de esas personas. Han llovido ya muchos años desde que la conociera. Éramos los dos poco más que niños y en este tiempo se puede decir que hemos crecido juntos. Ahora ella es toda una señorita que vive y trabaja en París y yo... bueno, yo soy yo. El caso es que Esmeralda, además de entrañable, es una extraña combinación entre dudas trascendentales, decisiones valientes, desinhibición e inteligencia. Pero como todos, de vez en cuando se enfrenta con situaciones que requieren estar hecho de una madera especial. Es lo que le sucedió cuando se dio cuenta de que no se encontraba bien (o al menos no tanto como ella quería) con su antiguo trabajo en Bilbao. Y también se dio cuenta gracias a eso (o tal vez fuera esa precisamente la razón que motivó el cambio) de que su sitio estaba en París. Era arriesgado, desde luego, y bien podía ser un error de apreciación, pero sin embargo, el mero hecho de ser lo que ella deseaba en ese momento bastaba para que fuera la decisión acertada. Y en mi fuero interno (ahora también externo) me enorgullezco de ser una de las pocas personas que le dijo -vete, no seas tonta, ¿es lo que quieres?, pues a que esperas- frente a los miedos de sus amigos y familia propios de quien osa desafiar lo cotidiano. Hecho (el de apoyarla) que, por otro lado, tampoco tiene mérito alguno. Al fin y al cabo el que se juega el pellejo es el otro y no tú.

Han pasado ya algunos meses de aquello. Nos despedimos de Logroño prácticamente al tiempo. Fue en un "Actual", festival al que declaramos hace algunos años nuestro amor incondicional (en especial a la sección de cine). Ella se fue a París y yo a Madrid. Ahora ella sigue en París y yo en Hamburgo. Estoy seguro que pese a que estos primeros momentos han sido, en parte, muy difíciles para ella, ha aprovechado el tiempo mucho mejor de lo que lo he hecho yo hasta el momento. Seguro que al menos ha buscado, aun a la fuerza, su lugar (y no sólo me refiero a la ciudad). Es lo que tienen las personas especiales. Mientras otros nos empeñamos en ver pasar el tiempo, adocenarnos y entrar en estado de sopor mientras todo se mueve, para sólo despertar en determinados momentos, coger impulso y volvernos a parar al poco, las personas especiales (aunque ellas ni tan siquiera sean conscientes de ello) mueven todo a su alrededor, se mezclan con ello y capturan las nuevas esencias para no volver a soltarlas jamás.

7 sept 2008

Wattwanderung

El primer domingo de mi estancia en Alemania, mi amiga Miriam (alemana de pro y seguidora del Werder Bremen) nos ofreció ir con ella a Wattwanderung. Bueno, realidad con ella y otras cuarenta personas, alumnos suyos de todas las edades y nacionalidades que lo único que parecían tener en común y les diferenciaba de nosotros era que hablaban un magnífico alemán. Así que muy pronto por la mañana nos levantamos y cogimos el autobús hasta Cuxhaven, desde donde parte la excursión. Wattwanderung es una isla situada dentro del Parque Nacional de Schleswig-Holstein, a once kilómetros de la costa, en medio del Mar del Norte (Wadden Sea) cuya peculiaridad estriba en que la gente suele ir hasta allá caminando. Es decir, cuando la marea esta baja, uno puede recorrer esos once kilómetros a pie, sobre arena humeda, amén de crustáceos y moluscos muertos, y alguno que otro afilado como un cuchillo. Aunque no hay que tener miedo porque normalmente no te cortas y si te cortas no suele ser grave. A lo que sí hay que tener miedo, sin embargo, es a la marea. Obviamente sólo se puede acceder a la isla a pie cuando la marea está baja. El agua avanza (allá desde donde quiera que se encuentre...) a cinco kilometros por hora y eso significa, que si te pierdes, o no controlas bien el tiempo, puedes encontrarte en medio del mar del norte con un problema serio. Según nos dijeron eso es algo que ha pasado ya más de una vez y el servicio de rescate, si ha sido imprudencia del que casi muere ahogado, puede llegar a costar la friolera de 4000 euros. Nosotros, como íbamos con guía nos econtrábamos más confiados. Un guía, por cierto, muy simpático, mayor, que se empeñó en contarnos la vida y milagros de todas las especies marinas que nos íbamos encontrando por el camino. Afortunadamente mi alemán no da para tanto, ni mucho menos, y pude prescindir de la descripción mientras asentía con la cabeza cada vez que centraba su atención en mí (que no digo yo que no me interesase, pero en ese momento prefería disfrutar del buen día que hacía y de tan curioso camino).

Cuando llegamos a la isla tres horas y media después, fuimos obsequiados (previo pago de 40 euros por la excursión completa) con un rico pescado a la brasa. Que conste que estaba buenísimo, quién diría que estos alemanes, que normalmente empanan el pescado con una capa de ocho centímentros de pan rallado y le echan kepchup, iban a saber prepararlo tan bien. Después una siestita campestre y finalmente vuelta en barco hasta Cuxhaven. Para entonces el mar ya alcanzaba los 5-7 metros de profundidad...

Resultados del viaje: ahogados en el mar: 0; quemaduras solares de quinto grado: 2 (una en cada pierna, que nadie nos avisó que el sol reflejaba en la arena una barbaridad); animales marinos contusionados durante el rodaje: 0 (estaban todos ya bien muertos); cortes: 1 (en el talon, maldito mejillón...).

Algunas fotos.



Ps.: vaya sentido de la oportunidad que tienen estos alemanes... ¡que había una cervecería y un baño en medio de la nada!


31 ago 2008

Desde Hamburgo

Empezaremos narrando desde el Infierno por una razón: es lo que antes trataré de olvidar de mi estancia (aún breve) aquí. Buscar piso en Hamburgo es como que te toque el Euromillón: tienes que jugar muchas veces para resultar premiado Como los alemanes son tan terriblemente independientes apenas hay agencias inmobiliarias. Bueno, en realidad las hay, pero sólo de compra-venta o alquiler de pisos vacíos. Sobre este último fenómeno tan sólo un consejo: si tienes que buscar piso en Alemania asegúrate de que en el anuncio que estás mirando pone möbliert (amueblado), porque el 85 % de los pisos que te querrán alquilar... lo único que tienen es pelusa (y eso con suerte ;). Como ir a por una cama y un armario al Ikea no es mi idea de estancia semestral, el panorama comenzó a complicarse. La recomendación de mi amiga Miri era buscar un Wohngemeinschaft (piso compartido) con otros estudiantes a través de Internet. La tarea no era sencilla. Saltándanos la barrera idiomática utilizando el inglés como pasarela concerté las primeras citas. -Hola, me llamo Roberto Y. (sino dices tu apellido cuando te presentas en este país pensarán que eres un auténtico maleducado), voy a trabajar en el Max-Planck Institute seis meses (para que vean que somos tipos serios), ¿podría ver el piso?- Y he aquí la primera trampa. Tan solicitadas están las viviendas amuebladas en Hamburgo que aquello se convierte en algo a medio camino entre una entrevista de trabajo y un tercer grado. A la señorita Jules y a su amiga solo les faltó enfocarme con una linterna. En escasos treinta minutos me hicieron una radiografía vital que ríete tú de la Gestapo. Y si eso... ya te llamaremos de aquí a una semana porque tengo a cuarenta personas más esperando. Todavía no me ha dado una resupesta y estamos casi a lunes, no hace falta ser muy vivo para darse cuenta de que el piso no es para mí. Como la dinámica parecía que no se iba a romper, probamos suerte (Nieves me acompañó en todo esta aventura) en la Gästehaus de la Universidad, una especie de colegio mayor precioso... y extreemadamente caro, donde tu vida social dentro del cuarto se ve limitada por un vademecun de normas sutilmente depositadas tanto a la entrada como en Internet. Sin embargo ni aún así había mucho que hacer: ¡¡¡la residencia estaba ocupada al menos hasta enero de 2009!!! Me dijeron que escribiera una solicitud para el año que viene... sin comentarios. Bueno, la cosa pintaba cada vez peor. Tras conocer a un tipo bastante raro y su destartalado piso, decidimos que lo mejor sería comenzar a agotar la baza de las (dos) inmobiliarias que hablaban inglés y proporcionan pisos amueblados. Desde luego aquí las cosas no funcionan como en España (véase el comentario sobre la independencia tedesca unas líneas más arriba). Aquí te dan el teléfono del propietario, te muestran unas fotos y ahla, a correr que ancha y verde es Hamburgo. Y todo por un módico precio: por cada seis meses de alquiler se quedan con la "módica" cantidad de... ¡un mes! Sin embargo las cosas no estaban para malabarismos. Tras intentar contactar durante todo un día con el propietario del piso que mejor pinta tenía y acabar más que hastiado de su buzón de voz: -Hallo! Es ist die Mailbox des Andreas Nebeling...- acabamos en una cervecería dándole a la cerveza de trigo para olvidar. La manaña siguiente, sin embargo, iba a ser muy distinta.

A primera hora el tipo del día anterior con el que no habíamos podido hablar nos llamó para quedar (y por primera hora me refiero a las ocho en punto). Tras desayunar y mandar algún que otro correo, buscar la otra inmobiliaria y tomar un par de cafés, fuimos a ver el piso. ¿Qué cómo era? Es fácil de describir: increíble. Totalmente amueblado, luminoso, espacioso, nuevo y decorado con muy buen gusto (el tal Andreas es videógrafo y se tenía que notar). El caso es que los dos lo vimos claro: iba a ser mi piso para los próximos meses. Y no sólo eso, sino que me sugirió decirle a la inmobiliaria que no me había interesado para ahorrarme la comisión. Y claro, la inmobiliaria ha empezado a sospechar. Él les dijo que ya no quería alquilarlo. Yo que sigo buscando piso, que me manden más propuestas "as soon as possible" (ya tendré tiempo de darles largas la semana que viene). El único problema es que la agencia está a tres minutos de mi casa camino del S-Bahn (tram). Esperemos que Mrs. Elkel, agente inmobiliaria, y yo no coincidamos tomando café alguna manaña. Las fotos del apartamento: en breve.

20 ago 2008

Telegráfico

Cuando uno tiene tanto trabajo como el que he padecido yo últimamente tiende a priorizar su tiempo de ocio. Es cierto que me gusta escribir, pero más me gusta tomarme una cerveza y es por eso que llevo una temporada desaparecido. Sin embargo, esta situación va a cambiar en muy poco tiempo. El nombre de este blog no es aleatorio (y quienes me conocen saben perfectamente que es una ruptura muy importante con los "Cuadernos" anteriores). El que se haya incorporado recientemente basta con que sepa que la misión de los Cuadernos es contar una historia. En este caso la historia de alguien que se fue a Alemania a trabajar durante unos meses. El tiempo de los exámenes acabo largo tiempo ha. Las universitarias bonitas con minifalda quedaron atrás (aunque algunos se empeñen en seguir intentando tirárselas). Es tiempo de trabajo, responsabilidades y otro tipo de relaciones personales. Es tiempo de luchar más que nunca y de disfrutar como siempre. Hamburgo espera al otro lado de una lúgubre jornada con Ryanair, plagada de peligros, turbulencias y olor a miseria. Misión 1: aterrizar vivos. Misión 2: encontrar piso. Misión 3: Bier, Arbeit und Raisen (cerveza, trabajo y viajar). Pero antes miles de trámites que completar. Y todo porque llegué ayer de Madrid (mi último destino) a Logroño (el último destino que deseo, además de mi pueblo natal) y tengo tres días para organizar un translado de residencia sobre el que no he podido pensar nada hasta esta misma mañana. Una tesina que acabar por delante y un tribunal académico ante el que defenderla a finales de septiembre. Un momento, me paro. Pienso. Me gusta esta sensación. Me gusta enmarañarme en mis ideas mientras escribo. La recuerdo de cuando viví en Budapest y escribí los "otros" Cuadernos. La cosa se pone interesante. Si me queréis acompañar en el camino prometo risas y entretenimiento. Pero eso será a partir del viernes.

14 jul 2008

La sonrisa maldita

Dicen que hay por ahí un demonio disfrazado de hombre que si te sonríe algo malo pasa. El otro día mi amiga Vanesa se lo encontró cuando regresaba a casa. Nada pasó por el momento. Y la alargada sombra del ser dobló la esquina sibilinamente.

8 jul 2008

Pesadilla recurrente

Contaba yo en otro lugar y otro tiempo que en su día tuve pesadillas y algún que otro arrebato de ira destructiva hasta que conseguí romper un contrato con Wanadoo, propiedad de los siempre entrañables France Telecom. Pues que sorpresa la mía, cuando descubro hace unos minutos el siguiente e-mail en mi buzón, agazapado, acechante y a la espera:

"Yacom informa. Estimado cliente: Nos es grato comunicarle que desde el pasado 1 de Julio [¿desde cuando los meses se escriben con mayúscula?] Ya.com pasó a formar parte de France Telecom España S. A."

Si alguien con ciertos conocimientos legales, como es mi caso, tiene los problemas que yo tuve (desconexión durante un mes, necesidad de envío de burofax con el coste que ello implica, varias llamadas a números de tarificación especial 902) para darme de baja con un operador de telecomunicaciones, ¿qué clase de padecimientos tendrán que sufrir los no iniciados?. Y lo qué es más, ¿por qué el sistema permite que estás empresas fagocitarias campen a sus anchas imponiendo sus designios y puteando (disculpen la expresión) al pobre ciudadano de a pie? Resulta vergonzoso. ¿Alguna sugerencia? ¿Apagón tecnológico y todos a leer libros antes de que nos pase como en la extraordinaria Farenheit 451 de Truffaut (basada en la novela de Ray Bradbury)?

Autor de la fotografía: _pop-eye

5 jul 2008

Sinergia


Esta es la actitud que nunca antes tuvimos. ¡¡¡Sí!!!

24 jun 2008

Fruto del momento

Coincidimos Mario Vargas Llosa y yo en el lugar y en el tiempo. No es que hubieramos quedado, ni que fuésemos amigos, ni tan siquiera que fuera yo el pensamiento del protagonista de una de sus novelas. Coincidimos, digo, en un acto público. Pero permítanme que haga un excursus y me remonte a un tiempo pasado. Empecé odiando gentilmente a Vargas Llosa a través de sus textos: sufrí y detesté Los cachorros. Hasta tal punto que a día de hoy sigo recordando el nombre de su protagonista, Pichulita. De eso hará ya unos diez años.

Afortunado fue, sin embargo, el día en que cayó en mis manos La ciudad y los perros, una auténtica maravilla literaria. Tal abismo entre ambas provocó en mí un miedo a la hora de acometer la lectura de otra de sus novelas, que aún me produce vértigo. Pese a todo, la admiración que el segundo de los libros me causó (y que aún impregna mi fondo de biblioteca), hizo que cogiera la vieja edición de Seix Barral y la acercase al lugar donde su progenitor se iba a encontrar aquella mañana. Y tan excitado estaba yo con la idea de acercar a ambos, que subí las únicas escaleras del edificio que tienen un punto ciego (las malditas giran abruptamente en ángulo recto) corriendo de manera atropellada, rozando y estando apunto de derribar al genial escritor. La comitiva que le acompañaba (con parte del la cual entonces poseía una buena relación que pese a aquél incidente aún hoy perdura) casi me mata.

Y no creo que hace falta que les recite la moraleja, pero que cierto es aquello de que uno suele encontrar lo que busca... cuando menos se lo espera.

PS.: Por cierto, aquél día Vargas Llosa nos contó la siguiente historia...

Autor de la fotografía: sagabardon

19 jun 2008

Regresas al lugar que abandonaste...

...porque te encontrase a alguien que, sin conocerte, se acercó a ti y te dijo que le gustó lo que escribiste.

...porque añoras ese desolado campo de batalla lleno de líneas por escribir.


Autor de la foto: Carlos Cazurro.