31 ago 2008

Desde Hamburgo

Empezaremos narrando desde el Infierno por una razón: es lo que antes trataré de olvidar de mi estancia (aún breve) aquí. Buscar piso en Hamburgo es como que te toque el Euromillón: tienes que jugar muchas veces para resultar premiado Como los alemanes son tan terriblemente independientes apenas hay agencias inmobiliarias. Bueno, en realidad las hay, pero sólo de compra-venta o alquiler de pisos vacíos. Sobre este último fenómeno tan sólo un consejo: si tienes que buscar piso en Alemania asegúrate de que en el anuncio que estás mirando pone möbliert (amueblado), porque el 85 % de los pisos que te querrán alquilar... lo único que tienen es pelusa (y eso con suerte ;). Como ir a por una cama y un armario al Ikea no es mi idea de estancia semestral, el panorama comenzó a complicarse. La recomendación de mi amiga Miri era buscar un Wohngemeinschaft (piso compartido) con otros estudiantes a través de Internet. La tarea no era sencilla. Saltándanos la barrera idiomática utilizando el inglés como pasarela concerté las primeras citas. -Hola, me llamo Roberto Y. (sino dices tu apellido cuando te presentas en este país pensarán que eres un auténtico maleducado), voy a trabajar en el Max-Planck Institute seis meses (para que vean que somos tipos serios), ¿podría ver el piso?- Y he aquí la primera trampa. Tan solicitadas están las viviendas amuebladas en Hamburgo que aquello se convierte en algo a medio camino entre una entrevista de trabajo y un tercer grado. A la señorita Jules y a su amiga solo les faltó enfocarme con una linterna. En escasos treinta minutos me hicieron una radiografía vital que ríete tú de la Gestapo. Y si eso... ya te llamaremos de aquí a una semana porque tengo a cuarenta personas más esperando. Todavía no me ha dado una resupesta y estamos casi a lunes, no hace falta ser muy vivo para darse cuenta de que el piso no es para mí. Como la dinámica parecía que no se iba a romper, probamos suerte (Nieves me acompañó en todo esta aventura) en la Gästehaus de la Universidad, una especie de colegio mayor precioso... y extreemadamente caro, donde tu vida social dentro del cuarto se ve limitada por un vademecun de normas sutilmente depositadas tanto a la entrada como en Internet. Sin embargo ni aún así había mucho que hacer: ¡¡¡la residencia estaba ocupada al menos hasta enero de 2009!!! Me dijeron que escribiera una solicitud para el año que viene... sin comentarios. Bueno, la cosa pintaba cada vez peor. Tras conocer a un tipo bastante raro y su destartalado piso, decidimos que lo mejor sería comenzar a agotar la baza de las (dos) inmobiliarias que hablaban inglés y proporcionan pisos amueblados. Desde luego aquí las cosas no funcionan como en España (véase el comentario sobre la independencia tedesca unas líneas más arriba). Aquí te dan el teléfono del propietario, te muestran unas fotos y ahla, a correr que ancha y verde es Hamburgo. Y todo por un módico precio: por cada seis meses de alquiler se quedan con la "módica" cantidad de... ¡un mes! Sin embargo las cosas no estaban para malabarismos. Tras intentar contactar durante todo un día con el propietario del piso que mejor pinta tenía y acabar más que hastiado de su buzón de voz: -Hallo! Es ist die Mailbox des Andreas Nebeling...- acabamos en una cervecería dándole a la cerveza de trigo para olvidar. La manaña siguiente, sin embargo, iba a ser muy distinta.

A primera hora el tipo del día anterior con el que no habíamos podido hablar nos llamó para quedar (y por primera hora me refiero a las ocho en punto). Tras desayunar y mandar algún que otro correo, buscar la otra inmobiliaria y tomar un par de cafés, fuimos a ver el piso. ¿Qué cómo era? Es fácil de describir: increíble. Totalmente amueblado, luminoso, espacioso, nuevo y decorado con muy buen gusto (el tal Andreas es videógrafo y se tenía que notar). El caso es que los dos lo vimos claro: iba a ser mi piso para los próximos meses. Y no sólo eso, sino que me sugirió decirle a la inmobiliaria que no me había interesado para ahorrarme la comisión. Y claro, la inmobiliaria ha empezado a sospechar. Él les dijo que ya no quería alquilarlo. Yo que sigo buscando piso, que me manden más propuestas "as soon as possible" (ya tendré tiempo de darles largas la semana que viene). El único problema es que la agencia está a tres minutos de mi casa camino del S-Bahn (tram). Esperemos que Mrs. Elkel, agente inmobiliaria, y yo no coincidamos tomando café alguna manaña. Las fotos del apartamento: en breve.

20 ago 2008

Telegráfico

Cuando uno tiene tanto trabajo como el que he padecido yo últimamente tiende a priorizar su tiempo de ocio. Es cierto que me gusta escribir, pero más me gusta tomarme una cerveza y es por eso que llevo una temporada desaparecido. Sin embargo, esta situación va a cambiar en muy poco tiempo. El nombre de este blog no es aleatorio (y quienes me conocen saben perfectamente que es una ruptura muy importante con los "Cuadernos" anteriores). El que se haya incorporado recientemente basta con que sepa que la misión de los Cuadernos es contar una historia. En este caso la historia de alguien que se fue a Alemania a trabajar durante unos meses. El tiempo de los exámenes acabo largo tiempo ha. Las universitarias bonitas con minifalda quedaron atrás (aunque algunos se empeñen en seguir intentando tirárselas). Es tiempo de trabajo, responsabilidades y otro tipo de relaciones personales. Es tiempo de luchar más que nunca y de disfrutar como siempre. Hamburgo espera al otro lado de una lúgubre jornada con Ryanair, plagada de peligros, turbulencias y olor a miseria. Misión 1: aterrizar vivos. Misión 2: encontrar piso. Misión 3: Bier, Arbeit und Raisen (cerveza, trabajo y viajar). Pero antes miles de trámites que completar. Y todo porque llegué ayer de Madrid (mi último destino) a Logroño (el último destino que deseo, además de mi pueblo natal) y tengo tres días para organizar un translado de residencia sobre el que no he podido pensar nada hasta esta misma mañana. Una tesina que acabar por delante y un tribunal académico ante el que defenderla a finales de septiembre. Un momento, me paro. Pienso. Me gusta esta sensación. Me gusta enmarañarme en mis ideas mientras escribo. La recuerdo de cuando viví en Budapest y escribí los "otros" Cuadernos. La cosa se pone interesante. Si me queréis acompañar en el camino prometo risas y entretenimiento. Pero eso será a partir del viernes.