22 nov 2008

"Clock is ticking"

En estos momentos debería estar de excursion por Schleswig o Flensburg, en la frontera con Dinamarca. Pero el caso es que ayer me desperté con algo de fiebre y una gripe incipiente y, aunque he logrado controlarla de momento, he decidido quedarme en casa a descansar siguiendo los consejos de mi conciencia (que en las últimas semanas ha adquirido forma de pelusa gigante y se pasea por la cocina). El caso es que aprovechando la improductiva tarde de ayer he estado repasando mi estancia germánica hasta el momento.

Trabajo: mucho, tal vez demasiado. Me despierto cuando todavía es de noche (a eso de las 6:45 de la mañana) y salgo del Max-Planck Institute cuando ya es de noche, a las 18:00, con el tiempo justo para llegar a mis dos horas de clase de alemán (el porqué de la costumbre alemana de referirse a "dos horas de clase" cuando en realidad son una y media sin pausa, sigue siendo un misterio insondable para mí). El caso es que empiezo a tener la sensación de vivir en Dark City, con tanta oscuridad. Lo más divertido fue cuando ayer por la mañana mi compañera Cristina (en el medio, con cara de felicidad por tener un muffin de chocolate a su alcance) me dice: "pues esta mañana han dicho en la radio que hemos alcanzado las máximas temperaturas del día y que hoy tendremos dos horas de luz...". Por cierto, ayer y hoy por la mañana ha estado nevando.

Alemán: muy intensivo. Vine siendo incapaz de expresarme. Dos meses después sigo sin ser capaz de hablar. Ahora, eso sí, se decir "competencia jurisdiccional" y "derecho de desistimiento" sin ningún problema (en alemán, digo, sino no tendría tampoco tanto mérito). Por otra parte, entiendo conversaciones simples y la idea general de diálogos más complicados. Las clases a las que asisto son un Betrug (fraude) por dos motivos: la profesora es joven e inexperta. Además el hecho de que esté todavía estudiando una carrera en la Universidad (...) hace que no tenga ganas ni tiempo de prepararlas. Por otro lado entre mis compañeros hay varios turcos que llevan viviendo aquí entre dos y cinco años y hablan de puta madre, pero de gramática ni zorra oiga. Conclusión: se pasan toda la santa hora hablando ellos y fastidiando al resto. Además la profesora me odia, no sé exactamente por qué. Si no me he cambiado todavía es porque son las clases más baratas del condado y, sobre todo, porque están a cinco minutos andando del lugar donde trabajo, lo cual, siendo Hamburgo (ciudad seis veces más grande que París) es casi un milagro. Mi dos últimas grandes ideas al respecto han sido empezar con Harry Potter und der Stein der Weisen, donde cuento con un frenético ritmo de lectura de tres páginas y media por hora; y empezar a escuchar la radio en alemán. Gracias a esto último me enteré de que hay algún problema grave con cierto tipo de antibióticos en Alemania estos días y algo de unas vacas con "lengua azul". A veces tengo la sensación de que van a decir en el metro algo así como "hay un asesino suelto por los andenes, desalojen rápidamente" y yo voy a pensar que están anunciando la próxima parada...

Ocio: mejorable. Salir de fiesta he salido una o ninguna vez. Lo malo de entrar a trabajar en sitios como el Max-Planck es que la mayoría de tus compañeros son unos frikies y en lo único que piensan es en el trabajo. Por otro lado, entre aquellos que escapan de esa dinámica, no sé exactamente por qué motivo, nunca cuaja la idea de salir de juerga hasta altas horas de la madrugada y acabar borrachos desayunando arenques con huevos fritos en el Fischmarkt de St. Pauli (costumbre hamburguesa tradicional donde las haya). Viendo que la situación no tiene perspectivas de cambio he decidido tratar de no volver a quedarme en Hamburgo ningún fin de semana (salvo causas excepcionales como si me viene alguien a visitar o si un policia llamado Klaus viene a por mí por haber estado descargando varios cientos de películas a través de Internet). Gracias a esta nueva política ya he visitado Bremen, Düsseldof y Münster. Si todo va bien mañana nos iremos al mercado navideño de Lübeck. Y tengo en mente para las próximas semanas Hamelin, Rostock y el parque natural de Harz, entre otros.

Con todo, sigo teniendo la sensación de no aprovechar el tiempo todo lo que debería. En el trabajo no avanzo todo lo que quisiera y es difícil meterle más horas. Y situaciones como las del malestar de ayer y cancelar el viaje de hoy hacen que no consiga desconectar todo lo que me gustaría. Aún así la gente que he conocido hasta hora es genial y siempre pasamos buenos y divertidos ratos juntos. Lamentablemente siempre hay algún polaco pesado que se empeña en recordarte al menos dieciséis veces al día que "the clock is ticking and the time is running" Seguiremos informando.

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