24 dic 2009

Bienvenidos a Inmolación

Pridnestrovie o Transnistria es un territorio al este del río Dniéster del que se cuentan historias que aconsejan al viajero mantenerse alejado. Ya ninguno de los dos recuerda si era el tren 64 o 66 el que debíamos evitar, pero el caso es que cuando compramos los billetes, la emoción de despertar en Kiev al día siguiente hizo que olvidásemos preguntarlo en la estación. A alguien se le ocurrió que Inmolación era un buen nombre para aquel sitio. 


Cuando estás tan cerca de ninguna parte y tan alejado de lo que conoces, una extraña sensación de calma te invade. Cuando compartes camino con alguien con el que no te importaría jugarte un viaje a los infiernos, la sensación de calma se agudiza y se amplifica hasta que no cabe en el compartimento. En ese momento, el poder acabar en una vía muerta mientras los guardianes de un país desconocido te apuntan con un arma que intuyes muy real, entra dentro de lo posible y, como cantaban los Héroes del Silencio, piensas que nadie te puede parar.


Inmolación es la calma antes de la tempestad. Es la aceptación de lo que tenga que ocurrir mientras las sombras desconocidas ascienden la escalera. Es una litera en un tren nocturno a Ucrania, fuera del alcance de las balas de lo cotidiano. Un camastro donde, con media sonrisa en la boca, cedes y te dejas inundar por el torrente de paz que nace allí donde el miedo no alcanza.

1 comentario:

Unknown dijo...

Pues, adelante, ¿no crees? Es buen momento para no dejarlo en blanco...

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